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PAUTA sienta pautas

22 - 07 - 2019 POR :    Silvana Garriga Caballero  
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La revista Pauta cumple cinco años, y quienes hemos tenido la oportunidad de trabajar en publicaciones seriadas, sabemos cuánto trabajo, sobresaltos y desvelos puede haber tras la cifra de siete números (contando el 0) aparecidos. Por ello es motivo de celebración arribar a un lustro de existencia con bríos renovados.

 

Aunque en el editorial de su número 0 se anunciaban las líneas generales de la publicación, los propios colaboradores irían reafirmándolas en sucesivas entregas. A los objetivos de Pauta podría aplicarse lo que señaló en el número 1 Surnai Benítez, a propósito de Fiart: “…dignificar el producto artesanal, tradicionalmente subvalorado o considerado un arte menor y divulgar sus valores, su especificidad como elemento articulador de la tradición y la modernidad”.

 

Sobre el diseño, en el número 2 Pedro García-Espinosa aseguraba que a través de este “…se concibe el mundo material que nos rodea […]. Diseñar es proponer nuevos modos de uso entre el ser humano y las formas materiales que lo rodean, es constatar nuevos referentes simbólicos”, y advertía: “El desafío de desarrollar un mundo material con un gradiente de ofertas para un gradiente de poderes adquisitivos, pero con niveles de calidad máxima, no es tan solo un reto profesional, lo es también político”.

 

Como vemos, desde los primeros números los articulistas trazaban las pautas de Pauta.

 

Pero si existen en nuestro país revistas que abordan temas culturales, e incluso algunas dedicadas a las artes visuales, alguien podría preguntarse: ¿Por qué la especificidad de Pauta, consagrada a la artesanía y el diseño? Se me ocurren varias respuestas.

 

Todo lo construido por el ser humano lleva implícito un diseño, mejor o peor: desde las formas aerodinámicas de un avión hasta la más humilde tacita de café, desde un sofisticado modelo de Chanel hasta la “blusita” que nos hace la costurera del barrio, pero muchas veces no nos damos cuenta, ni reparamos en las bondades o defectos de ese diseño. Pongo un simple ejemplo: si una silla se adapta a nuestra anatomía, favorece una postura adecuada y nos facilita ocuparla durante horas sin incomodidades, estamos en presencia de un buen diseño, pero cuando —como me ocurrió hace apenas media hora—, las tablillas del espaldar torturan cada vértebra, y parece que a una le sobran pulgadas de piernas, no importa la aparente “belleza” del asiento: estamos padeciendo un objeto mal diseñado. En esa tensión entre la eficiencia del producto y su belleza, está la efectividad del diseñador y la profesionalidad de su trabajo. Una profesionalidad que se extiende a las múltiples esferas de su labor, que nos acompañan durante toda la vida.

 

¿Por qué artesanía? Pensando anoche en esta presentación, repasé cada una de las piezas de mi casa, y en todas encontré muestras artesanales, desde los muebles de la sala hasta utensilios de cocina, desde adornos hasta cestas para cosméticos o viandas; de roperos y zapateras, ni hablar: más del 80 % son de producción artesanal, un hábito contraído en los años 80, cuando las ferias de la Catedral nos permitían comprar a precios muy módicos unas eternas guaraches, o ahorrar dos o tres meses y llevar unas sandalias de Adelaida o una cartera de Perod, como quien exhibe en su sala una obra de Lam.

 

Solo por estas dos razones, ya sería necesaria y útil una revista como Pauta. Pero ¿cumple el cometido que se propuso? Yo creo que sí. ¿Por qué? Veamos. Pauta ha logrado en los números publicados hasta el presente, fortalezas que no son fáciles de alcanzar:

 

- Equilibrio entre temas históricos y contemporáneos, para, como insiste Eusebio Leal, ir al pasado para entender el presente y prefigurar el futuro. Artículos como los de Cristina González Béquer acerca de las labores textiles trinitarias, o como los dedicados por Nieves Laferté a la historia del calzado, nos traen inevitablemente al presente, y nos plantean la imperiosa necesidad de revisitar esas tradiciones, mantenerlas y, también, renovarlas.

 

- Lenguaje asequible a varios tipos de lectores, pues en sus páginas aprendemos los que no somos especialistas en los temas abordados, y los conocedores encuentran puntos de coincidencia o discrepancia siempre enriquecedores.

 

- Diversidad de manifestaciones: cerámica, textiles, muebles, orfebrería, vidriería, gráfica, diseño escenográfico, cestería…

 

- Conjunción de especialistas de larga experiencia y merecido reconocimiento, como ?y ejemplifico solo con dos ya lamentablemente fallecidos?: la querida profesora Adelaida de Juan y el entrañable Alejandro Alonso, que comparten páginas con jóvenes, algunos incluso estudiantes, que traen su versión, inquietudes y propuestas.

 

- Diversidad de espacios geográficos: Pauta ha logrado escapar del habanocentrismo de algunas de nuestras publicaciones, y nos lleva de Matanzas a Las Tunas, de Trinidad a Guantánamo, de Pinar del Río a Santiago de Cuba, de Camagüey a Holguín, describiéndonos y justipreciando exquisiteces.

 

- Diversidad de géneros: artículos, ensayos, crónicas, entrevistas, reseñas…

 

- Visualidad atractiva que nunca conspira contra la legibilidad.

 

- Cuidada edición, que no se “ve”, pero que hace que, sin traicionar las peculiaridades de cada género, ni el estilo de cada autor, la lectura fluya serenamente de principio a fin.

 

Todo ello hace que esta publicación del Fondo de Bienes Culturales no solo sea certera, veraz, en fin, “pensante”, sino además diversa, inclusiva, amena y hermosa.

 

En el proceso de actualización de nuestro modelo económico, Pauta tiene mucho que aportar, pues en la artesanía y el diseño cubanos hay aún enormes potencialidades para la sustitución de importaciones, la exportación ?no solo de objetos sino de valores culturales?, la sedimentación de “la cultura del detalle” que nos exige el presidente Díaz-Canel ?“Dios está en los detalles”, decía Mies van der Rohe?, en el cultivo del buen gusto entre todos los cubanos, no del importado e impuesto desde los grandes centros difusores, sino del que brota de una tradición nacional, patrimonial.

 

Que sus editores están conscientes de ello, lo corrobora el texto de Carmen Gómez Pozo publicado en el número 6, que asegura: “Nos toca emprender el desafío de hacer valer que el diseño es también una inversión y no un gasto, que es planificación y perspectiva y no casualidad o espontaneidad, que el diseño, como diría nuestro entrañable cineasta Alfredo Guevara ‘es la única forma de evitar absurdos’”.

 

La presencia hoy de valiosos colaboradores de la revista, dispuestos a acompañarla en próximas aventuras, nos hace pensar que el futuro de Pauta está asegurado.



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