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Un forastero en La Habana

17 - 11 - 2017 POR :    Sandra García Herrera y Elisa M. López Rodríguez  
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Gabriel R. Cisneros Báez es un rara avis del arte cubano contemporáneo. En un corto tiempo su obra se habrá colocado en un espacio poco habitado por la escultura cubana de las últimas décadas.

A propósito de la inauguración de su exposición personal Forastero en tierra extraña, en la Galería Galiano, el pasado 16 de noviembre, conversamos con el artista sobre su proceso de trabajo y específicamente por la obra que le da título a la muestra.

 

¿Cuál es la génesis de la obra Forastero en tierra extraña? ¿Cuál es la reacción que esperas de el público ante esta pieza?

Este tipo de visualidad es muy común fuera de Cuba, es decir hay mucha obra que va por este camino, pero todavía para mí no es suficiente en nuestro medio. Y siempre resulta un poco raro encontrarte objetos como este, exponerte a situaciones como esta. Yo quisiera que el espectador entrara a la exposición como el actor entra a un tabloncillo de teatro. Será también como un happening en el que el espectador participa de las circunstancias. Al final no hay una participación abierta, consciente, del espectador con la obra, sino una interacción más inconsciente, lo veo como un experimento.

No creo que detrás de la obra haya una gran idea, es más una inquietud que quiero resolver, quiero ver cómo funcionan esas dos cosas en el mismo lugar. Por supuesto activará el entendimiento inmediatamente que la gente se exponga a esa situación, van a abrirse una serie de lecturas; pero mi idea va más por cómo funciona esta visualidad en nuestro medio artístico ahora mismo, cómo me interesa que funcione la escultura –o mi escultura- con el público. Es un guiño, es exponer al espectador a una obra que al parecer se está cuestionando su propia realidad y que de alguna manera el espectador se cuestione ese momento, cuestione la circunstancias en la que yo le he colocado.

Es muy común que la gente pregunte por qué un animal, por qué un caballo. Es cuestión de preferencias, no es que me guste el caballo, es que en la historia de la escultura, la estatua ecuestre es como la gran obra y el caballo como forma tiene una complejidad técnica a la que quería exponerme como reto. En este caso no es un caballo de batalla sino de trabajo, un caballo de tiro. Quería que fuera este animal por una novela en la que hay un personaje que es un caballo de tiro (…) y el caballo en la historia se mantiene al margen de la situación, a él lo único que le interesaba era trabajar y trabajar, incluso muere trabajando. Al final quizás la selección sea un poco autorreferencial, lo que quiero es trabajar, volviendo al lo que hablábamos al inicio, lo que quiero es explorar la escultura, ver hacia dónde puedo llegar. Y un poco por eso es esta alegoría con el caballo de trabajo.

El título tiene que ver con lo que yo espero de la reacción con el público, es algo que todavía no sabemos cómo va a funcionar hasta el día de la inauguración. Normalmente cuando llegas a una galería no te encuentras ese tipo de imágenes, hay otra operatoria y otro tipo de imaginario. Lo que espero es que sea inquietante, es algo que te parece que no pertenece a estas circunstancias ni a este lugar. Es algo que te encuentras normalmente en el monumento del parque. Y te puedes preguntar ¿por qué esto está aquí, a dónde quiere llegar el artista con esto?

El caballo de mi pieza tiene una postura como si el público lo asustara, como si estuviera huyendo de lo que está sucediendo. También quizás ese sea otro punto autorreferencial. Para mí las inauguraciones son muy incómodas porque el público va más a socializar que a ver arte. Les decía que para mí esta es como mi primera exposición personal, pues la primera no fue muy conocida, ahora quería dejar ver mi postura ante este tipo de evento social y esta fue la manera que encontré de solucionarlo. El caballo arrinconado en una parte de la galería mientras que el público está socializando alrededor, tiene que ver más o menos con el arte huyendo de sus propias circunstancias.

El título hace referencia a una novela del mismo nombre, Forastero en tierra extraña, de un escritor norteamericano [Robert A. Heinlein], publicada en 1961. Trata sobre un personaje nacido en Marte a quien llevan por primera vez a la Tierra y se convierte en una especie de bicho raro debido al cambio de contexto. Fue una novela que generó mucha polémica en su momento porque el personaje principal defendía posturas mucho más abiertas sobre la sociedad, la sexualidad, entre otros temas.

La pregunta que sigue ya la has respondido parcialmente ¿Crees que el arte contemporáneo aún tiene algo que decir acerca del mundo y sus acontecimientos? Nos gustaría saber si Forastero en tierra extraña es un ejemplo de esto, porque el título es muy sugerente.

A mí no me gusta pensar en el arte como un lenguaje. Hay muchas personas que defienden el criterio de que el arte comunica, pero yo creo que tiene que tener algo más, porque de lo contrario un documental pudiera ser arte. El arte tiene que llevarnos un poco más allá.

Por supuesto que sí, el artista opera de acuerdo a sus circunstancias, a su contexto y de alguna forma u otra eso va a estar en la obra, va a estar en el medio y va a estar ligado a la contemporaneidad y a lo que le rodea. Hay algo que se ha parafraseado mucho pero ahora no recuerdo quién lo dijo, y es algo como: “Somos enanos en los hombros de gigantes”, es decir, dependemos muchísimo de lo que nos precede. Nuestra herencia no es solo genética, es mucho más, es todo lo que aprendimos, y un artista nunca escapará de eso. Pienso que sí, que el arte continuará siendo así, reflejo de su época. Creo que el artista es suficientemente bueno cuando su obra se siente como se siente su tiempo. Por eso aun cuando en los años ‘40 se continuaba haciendo este tipo de escultura alegórica, conmemorativa y monumental, ya no funcionaban en el medio artístico porque no se hacía sentir como parte de su tiempo, se sentían parte de otra época. El arte ya había cambiado y los artistas habían encontrado otra manera de decir y hacer sentir las cosas. Pudiera parecer un riesgo que estoy corriendo al emplear visualidades de otras épocas…es difícil, por eso no todos podemos ser artistas de vanguardia, pero es complicado hablar el idioma de tu momento, hay que estar bien adelante. Tu pensamiento tiene que haber atrapado una serie de cosas…

Mis amigos me dan mucho “cuero” con esto de las impresoras 3D y todas las nuevas tecnologías que se avecinan, me dicen que me quedaré sin trabajo, y hace poco conocí la obra de un escultor español de apellido Ochoa –no recuerdo el nombre-, que en lo personal no me encanta, aunque las esculturas son muy buenas, pero muy rodinianas, y se queda en ese plano. Fíjate, que no creo que el arte conceptual prime sobre las artes formales, este escultor es muy lírico, es más de sentir las obras que de entenderlas, lo que no me gusta es que se parece demasiado a Rodin. Pero volviendo al tema, le habían encargado una pieza para una ópera, una obra gigantesca, de 8 metros, y el hombre la hizo con tecnología 3D. Me imagino que primero haya modelado una maqueta y luego la haya impreso con esta tecnología. Y el comentario suyo no era sobre si esa tecnología le dejaría sin trabajo, para nada, él dice que la tecnología le parece genial porque libera al escultor del trauma del barro, el yeso, el bronce, del molde. Lo que creo es que te puede dar más libertad para centrarte en lo que realmente interesa en materia de escultura, es decir, no es tanto la habilidad que tú tienes para reproducir la obra del barro al bronce, sino la habilidad que tengas para hacer sentir con la pieza, o de articular algún entendimiento con la obra.

Tengo un amigo pintor que me dice que detesta mi trabajo porque tengo que hacer la pieza tres veces, que él pinta un cuadro y a medida que va dando pinceladas va tratando de resolver lo que le interesa. Unos colegas mayores que yo comentaban hace unos días que Rodin decía que el barro era la vida, el yeso era la muerte y el bronce la resurrección, y me gusta la frase por la poética, la metáfora sobre el trabajo. El proceso es largo, son varias etapas en las que el escultor no puede amarrar todo el proceso como él quisiera. Entonces el comentario de aquel artista español me resultaba interesante por este motivo, porque dice que la tecnología podía abrir una nueva brecha en la manera de ver y entender la escultura. Creo que podría ser una buena herramienta. Cuando surgió la fotografía la pintura no murió.



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